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DEJÁNDOSE LLEVAR POR LA MUERTE.
PARTE II...

Me llegan otras ideas sobre la muerte…

En el momento de la sepultura, escuché dos frases que me conmovieron mucho, una de Diana y otra de Javier, su hermano; al punto de llegar a manifestar ese estado emocional. Ella gritaba y también decía calmada: “Papi, te amo”;… “papi, te amo” y su hermano decía: “Papi, te quise; pero yo te aseguro que en el cielo te amaré más”;… “allá, te amaré más”;… “allá, te amaré por siempre”. Distintas verdades de una sola verdad... ¿Cómo puede el ser humano, en medio de su dolor, ser tan sabio? Lo he expresado anteriormente: SOMOS DIOS ACTUANDO.

La expresión “te amo” está en presente; denota el aquí, el ahora; el ya mismo. La expresión “en el cielo te amaré más y por siempre” está en futuro; indica algo que no se ha dado; pero que se va a dar y como para complementar la idea, utiliza la frase “te aseguro” y “por siempre”; certeza, fe y eternidad. Realidades, sencillas realidades. La muerte no acaba con la vida; por eso, el “te amo”; la muerte comienza otra etapa de la vida; por eso, el “te amaré más y por siempre”. ¿Casualidad? No lo creo… No lo creo… No lo creo.

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En los actos mortuorios uno escucha el lamento de los afectados, consternados preguntan ¿por qué? ¿Por qué si era bueno? ¿Por qué los malos aún están vivos y duran más tiempo viviendo?... He comentado que nuestra humanidad es un proceso de preparación para nuestra divinidad. Si entre dos personas, una ha hecho más daño; más maldad que la otra- siguiendo la misma línea (y especulando)- ¿Quién necesita más tiempo para prepararse para la otra etapa de la vida? La respuesta es sencilla; necesita más tiempo de preparación quien no ha entendido el propósito de su existencia aquí en la tierra. Sale otra pregunta; si eso es así, entonces ¿las personas que han muerto han entendido y realizado su propósito? Yo no sabría responder; pero puedo aludir a una frase muy conocida: “cuando el discípulo está preparado, entonces aparece el maestro”; es decir, si murieron es porque ya estaban preparados para iniciar su nueva etapa; de eso no me cabe la menor duda. De lo contrario, la muerte no tendría sentido.

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En líneas anteriores mencioné que San Pablo decía que quería morir para unirse con Cristo. Pregunta a flote, ¿y es que acaso no estamos unidos a Cristo? Sí; pero todavía no. Si lo estamos; pero no de manera definitiva (recuerden el comentario de Al, acerca de sentir la presencia de Dios en forma intermitente) Javier y Diana, no pudieron expresarlo mejor: “te quise… te amo… pero, te aseguro que en el cielo, te amaré más… allá te amaré por siempre”… La muerte es un gozo presente y la espera de una alegría futura y eterna: LA VIDA SIGUE.

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Dejándose llevar por la muerte no es más que mi intención de expresar cuánto aprendemos, valoramos y reconstruimos nuestra vida cuando pensamos y sentimos la muerte (VIDA-DIOS-VIDA; llego al mismo punto); porque la muerte nos hace estar más vivos y más conscientes de nuestra existencia.


Soy yo la que escribo…


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