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VIVIENDO CON QUIENES NOS ASECHAN...

En mi afán de verdad me tropiezo con muchas otras verdades.

Desde adolescente siempre he querido saber la verdad sobre Dios; sobre el principio de la humanidad; sobre la historia de la humanidad y sobre la humanidad misma. En los años escolares supe mucho de la vida; pero, no todo. Cantidad de enigmas existen para el hombre de hoy sobre nuestras antiguas civilizaciones. Misterios sin resolver nos acompañan en este viaje sin retorno. Hace poco tuve curiosidad por consultar acerca de los grandes maestros de la sabiduría y de sus enseñanzas; también sobre las últimas investigaciones sobre lo desconocido; sobre las experiencias místicas; pero no lo he hecho del todo. Yo miro mi vida y observo que de la vida, sólo conozco una parte. Y es lógico porque es imposible llevar toda la vida a mi cabeza. Lo que trato de decir es que apenas estoy aprendiendo sobre las verdades de mi fe y ese conocimiento me motiva a conocer las “otras verdades de fe”. Aunque esto sólo sea otro aspecto de la vida…

La Iglesia misma ha dicho que “fuera de ella, también hay salvación” y yo quiero saber cuáles son las otras diferentes formas de alcanzarla aparte de las verdades cristianas. No sé por qué siento inquietud cuando la gente habla de brujas; espíritus; encuentros cercanos con seres del más allá; etc. Algo sucede en todo esto; lo único que confirmo una y otra vez, es que el mundo espiritual existe y que somos influenciados por él. Positiva o negativamente, somos influenciados por los espíritus. Es más; hasta pienso en Cristo de esa forma. Su Espíritu; el Espíritu Santo, el mismo que invocamos; forma parte de ese misterio, que es uno sólo y del que poco sé. Pero ese mundo también es real; yo lo siento así. Y aunque no lo sintiera es real. Tan real como el hecho de estar escribiendo.

En ocasiones cuando tengo la cabeza llena de todas estas cosas y no sé qué hacer con ellas; siento mucho miedo; quisiera no pensar y no cuestionarme para no sentir. Sin querer me anulo porque el sentir forma parte de mi condición humana. Entonces también me pregunto ¿por qué siento lo que siento cuando siento?

Si la verdad está en uno mismo, ¿Cómo hacer para hallarle? ¿De qué manera satisface uno los cuestionamientos internos y deja ya de atosigarse con otros tantos salidos de las posibles razones que no se da para calmarse? A este punto llegué en otra reflexión y concluí que manteniendo la mente libre de preguntas. ¿Por qué lo que uno siente lo lleva a actuar como actúa? ¿Por qué la rabia genera violencia; el miedo parálisis; la alegría euforia; la tristeza dolor? ¿De dónde nos viene todo eso? ¿Será que nuestras emociones y sentimientos nos son propios o será que muchos de ellos nos vienen de afuera? Es decir, como no vivimos solos ¿será que las otras formas de vida influyen en nosotros de esa manera? y ¿qué de los extraterrestres? Y si es verdad que inciden en nosotros, ¿por qué lo hacen? ¿Qué buscan? ¿Qué función nos “toca” cumplir a nosotros? ¿Cómo saber cuándo somos influenciados y cuando no? ¿Para qué lo hacen y cómo? ¿Cómo aprovechar lo bueno de esa influencia? ¿Podemos nosotros influir en ellos y de qué forma? ¿Somos simples receptores de sus energías? ¿Podemos nosotros transformar esa influencia?

Ay Dios; yo sé que después de todo esto voy a seguir viviendo; sé que dentro de una rato ya todo esto va a morir en mi; pero bueno. Ayúdame, ¿Sí? Tal vez lo que Tú quieres como decía Santa Teresa es que calle todo este intelecto que no me deja sentirte. Que cierre mi boca mental y que deje que seas Tú quien hable. Creo que apenas si estoy empezando el “recorrido” por las “moradas del alma” y espero no morir sino mucho después de contemplarte en verdad…

La vida me lleva a Dios y Dios me devuelve a la vida… Es una cadena que termina en el mismo punto…

Soy yo la que escribo…


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