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JESUS Y SU MENSAJE..
PARTE II...

Me gusta recordar las palabras de mis amigos; las medito, porque cada hombre es una parte de la verdad, es una realidad viviente.

Recuerdo que en una oportunidad hablaba con Al (un sacerdote católico que conocí por su carisma; frecuentaba la parroquia donde oficiaba; cuando estudiaba Licenciatura en Ciencias Religiosas fue mi profe en uno de los módulos; nos hicimos cercanos; hablábamos mucho de la doctrina y los vicios eclesiales) y le decía tal vez en tono de reproche que por qué se le decía la verdad a medias a la gente; en nuestra conversación más reciente, también hice alusión a este planteamiento. Y la primera vez que hice el comentario, me dijo que no era lo mismo hablarle a quien participa todos los domingos de la Eucaristía y quien además de convocarse semanalmente asistía a charlas, cursos de formación, etc., que a quién no. Recuerdo que ejemplificaba con el pasaje de la multiplicación de los panes y con la muerte de Lázaro su mensaje. Yo creo, como he anotado, que el problema radica en dos cosas: “nos quedamos con las palabras y no con el mensaje” y “a través de la historia ha habido ambigüedades en los métodos para transmitir las Escrituras, las interpretaciones, la doctrina. Estas son mis razones.

Pienso que tanto la gente que se convoca semanalmente a compartir las enseñanzas de Cristo, como quien además recibe formación pueden aceptar que, aunque lo que está escrito no sucedió como “literalmente” nos llegan las Escrituras a nuestras manos, todo lo que está escrito TIENE un mensaje de fe. Tan sencillo como eso. Quien estudia las Escrituras está preparado para rechazar cualquier interpretación errónea que se haga del Evangelio y de la doctrina. El punto es que el estudio muchas veces, se “sube a la cabeza” y se olvida que, pese a ello; pese a saber cómo se forma un libro, la historia del mismo y todos los demás aspectos que encierra el estudio existe un mensaje de fe que ni siquiera el estudio puede tapar, ni puede esconder. Quien no sabe que la multiplicación de los panes no fue del todo cierta; como el que sabe cómo ocurrieron las cosas han de tener presentes que las Escrituras llevan consigo un mensaje de fe y en ese punto, la Iglesia está fallando. Porque no ha sabido convivir con esas dos realidades. Entonces alguien diría: “sería mejor que no se enseñara nada”; pero probablemente otro alguien diría: “sería mejor que todos aprendieran todo”. Ni lo uno, ni lo otro, opacan la verdad. Y lo uno y lo otro forman parte de nuestra realidad como Iglesia.

Por eso es que constantemente le digo a mi amigo Al, que yo no comparto muchas cosas de la jerarquía y esa es una de ellas: El que la Iglesia no sepa cómo asumir las dos realidades. Por eso las excomuniones; por eso los silencios en las investigaciones sobre apariciones y milagros y demás métodos que emplea para mantener callada a la gente que estudia. Quien estudia tiene una nueva visión de la vida. “El conocimiento es poder”, dicen por ahí. Tienen razón. Y la Iglesia no puede – en su afán de “conservar la verdad”-, negar que quien estudie no se cuestione; ni tampoco desconocer que por Cristo- Jesús, en cada hombre está la verdad, como parte de la verdad total que hemos llamado Cristo.

Como ya escribí en otro artículo, todos los cuestionamientos del hombre, comienzan y terminan en uno y si Dios está en nosotros, entonces los cuestionamientos del hombre se relacionan en forma directa con Dios, con Cristo, con la verdad y si eso es así, entonces, ¿por qué las reacciones? Mis cuestionamientos en estos momentos de mi vida, me hacen dudar de los hechos humanos de la Iglesia; pero como en mí y en todos los hombres hay también una parte espiritual; un “entramado divino”; una parte santa; entonces mantengo la esperanza de que todo va a cambiar y CREO, que los errores y las dudas también me están dando un mensaje.

Pienso que la Historia de la Salvación es la historia del ayer; pero también es la historia del hoy. Hoy hay problemas, hay dudas, hay reacciones, hay quejas, hay reproches; pero hay algo que se ha mantenido pese a todas las dificultades y ese algo es nuestra fe. Hoy tenemos fe; hoy es nuestro día de salvación y mañana este hoy será nuestra historia de fe y ese mañana para mí representa en el hoy, el ver la vida a través de la nueva visión que me da la fe. Hago alusión a lo que decía en el escrito sobre la muerte: de la misma manera que llamamos muerte al paso de un estado a otro; al cambio de vida; llamamos mañana también a la muerte; al paso de un estado mental a otro. Pese a mis cuestionamientos, yo sigo creyendo en Dios, en Cristo hombre, en Cristo Espíritu. Cuando dejo mis dudas, muero a mis dudas. Esto ocurre en mi hoy. Si cambio mi manera de pensar, cambia mi manera de vivir; entonces dentro de mi hoy, hay un ayer y un mañana. Un ayer que representa mis viejas creencias y un mañana que representa la alegría que dentro del hoy comienzo a formarme y así voy entretejiendo otra historia dentro de mi historia. La historia de fe que hago de la vida; mi historia de fe. Tan sencillo como eso.

Concluyo entonces: el mensaje de Cristo es un mensaje de fe; un mensaje de creencias; un mensaje de encontrar a Dios en la vida; en uno mismo; en los demás; de encontrar a Dios en todo y en todos; un Dios que es amor; que es paz; que es bondad; un Dios que está en nuestras limitaciones; en el enemigo; en el espíritu que nos influencia; en quien nos daña. Un Dios que es uno con nosotros; un Dios a quien tenemos acceso en la medida en que seguimos a Cristo, no como simples máquinas; no como fotocopias; sino como quien llega a ser en esencia como Cristo fue; no como imitación; sino siendo auténticos. No es parecerse a… o ser semejante a… es ser igual en la creencia, siendo otro en la experiencia; siendo quienes somos…. La acción de Dios en movimiento.

Soy yo la que escribo...


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