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YO TAMBIÉN SOY DIOS. PARTE I...

Termino de releer mi historia y me siento feliz por todo lo plasmado… Mi esencia está aquí, desdibujada en letras…

En mis escritos hay mucha influencia de la cultura cristiana y resulta obvio porque nací, crecí y fui educada en dichos principios. Pero como veo, la influencia no es única; hay también otros elementos que son verdades porque forman parte de la vida; de esta vida en la que existo…

Me causa risa el más reciente escrito: JESÚS ES DIOS; de un tiempo para acá había pensado que Jesús era mi problema. No era Jesús. Era lo que me habían dicho sobre Él. La forma como me lo presentaron…

Desde muy pequeña siempre tuve dudas sobre ello; cuando crecí, aumentaron y cuando comencé a estudiar la Licenciatura en Ciencias Religiosas, se agigantaron. Pensaba que era Jesús… No era Él. Era lo que me habían dicho sobre Él…. JESÚS ES DIOS…. PADRE-HIJO-ESPÍRITU SANTO; tres personas y un Dios verdadero. Aceptaba al Padre; tal vez, al Espíritu Santo; pero mi problema era Jesús… JESÚS ES DIOS, esa era la verdad que no aceptaba…

Mis dudas llegaron a desembocar en “la naturaleza de Dios es amor”; por tanto “Jesús es Dios” porque “Jesús es amor"; todo fue hecho por Dios… Sencillo… Si la naturaleza de Dios es amor; todo lo que Dios crea, también lo es… Jesús es amor como creación de Dios y de su misma naturaleza porque Dios no puede crear algo distinto de lo que es Él en esencia; no hablo de las formas… Las formas se hicieron para diferenciarnos; nuestra esencia, nuestra naturaleza es la misma; es el amor… Es Dios…. No hay duda de que Jesús sea Dios entonces….

Lo relevante de esta reflexión es que Jesús es Dios como naturaleza de Dios, no como Dios; igual, pero diferente… Es lo mismo que la analogía entre la gota del agua y el océano… Aún más relevante es el hecho de que “JESÚS NO ES LA ÚNICA CREACIÓN DE DIOS”; por tanto, JESÚS NO ES DIOS ÚNICAMENTE… ¿Asombroso? Pero cierto. Somos creaciones de Dios; somos de su misma naturaleza y esencia… No somos Dios como Dios, al igual que una gota de agua no puede ser el océano. ¡Elemental! Ahora sí; antes no… Puedo decir sin temor: YO SOY DIOS; porque yo soy su acción en movimiento; soy su manifestación en el aquí, en el ahora Soy su esencia; su naturaleza actuando, hablando y respirando…

Pregunta: ¿Entonces de dónde sale el mal? Igual de sencillo… He dicho soy Dios, al tiempo que no lo soy; es decir, fui hecha a su imagen y semejanza. Imagen y semejanza equivale a decir naturaleza y esencia. Yo soy una manifestación con características definidas; soy una creación con forma; Dios es informe. Soy el accionar de Dios en forma humana. Con consciencia; con capacidad para crear; para razonar… He aquí el origen del mal…. En esa capacidad mental está la raíz del mal; del sufrimiento; del desequilibrio; de la libertad para seguir siendo su imagen y semejanza aún en forma humana o no…

Pregunta: ¿Desde cuándo surge en nosotros el mal? ¿Cómo se crea? ¿Cómo nos apartamos de ese estado de consciencia de ser nosotros y no lo que nuestra mente ha hecho de nosotros? Desde cuando aprendemos a pensar. ¿Deberíamos no aprender a pensar? Deberíamos aprender a desidentificarnos de nuestros pensamientos. Así nuestras emociones no nos afectarían; así el mal humor, los celos; las envidias; etc., en una palabra: el mal no nos alcanzaría. Mejor dicho, así nuestros pensamientos no nos molestarían. No es malo pensar; lo malo es identificarnos con nuestros pensamientos (con el tiempo se convierten en emociones y más tarde en acciones)… ¿Cómo aprender a desidentificarse de nuestros pensamientos? Siendo conscientes de que nosotros no somos nuestros pensamientos y dejando que la esencia de Dios sea… ¡Que sea la verdad con nosotros!

Soy yo la que escribo…


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